Gabriel Sopeña en Ejea de Los Caballeros… un barco con fortuna
ANAQUELES ABARROTADOS Gabriel Sopeña, Gira Cantar 40. Anfiteatro del Agua (Ejea de Los Caballeros), 19 de agosto de 2023. 22:00h.
Una vieja canción de El Frente habla de barcos que transportan ron y arena. Barcos que siempre parecen pasar de largo, pero a los que invita a seguir la sobrevenida fragilidad a la que nos predispone cualquier noche…
El calor dio tregua al atardecer del pasado 19 de agosto, junto a la Estanca del Gancho de Ejea de Los Caballeros. Una huidiza luna menguante se escabulló por el oeste delegando su labor en el alumbrado led que se duplicaba en el espejo del agua y convocando a alguna estrella, despistada pero suficiente para trazar un buen rumbo. Bandadas de aves acuáticas rasaban la superficie como llamaradas blancas antes de reunirse en un islote cercano y los mirlos revoloteaban en milimétrico desorden sobre nuestras cabezas. La curva del escenario del Anfiteatro del Agua, arbolado con torres de luz, surcado por cables bien adujados y con instrumentos y amplificadores escrupulosamente estibados para no volcar la carga y evitar la escora, se adentraba en la Estanca como la proa de un navío encarando la bocana hacia el incierto pero prometedor horizonte. A las 22:00 solo cabía esperar la llegada de la tripulación porque el pasaje ya estaba a bordo, ordenado y expectante en las gradas. La placidez de la noche y el entorno propiciaban la conexión emocional. El hechizo estaba lanzado. Este barco que transportaba poesía y música no iba a pasar de largo y, también como en la canción de El Frente, estábamos decididos a irnos con él en busca de mejores nortes.
Gabriel Sopeña fondeaba en Ejea de Los Caballeros para celebrar cuatro décadas de singladura musical y poética con un recital enmarcado en su gira Cantar 40. Junto a él, los oficiales Jorge Gascón y Julio Calvo Alonso a cargo de los mástiles (de sus guitarras), el contramaestre (y contrabajista) Guillermo Mata, el vigía Oscar Carreras siempre avizor en la cofa del teclado y el timonel José Luis Seguer Fletes, firme en la batería contra viento y marea.
Brillar y brillar fue la canción elegida por Gabriel Sopeña para abrir el concierto, escrita para Loquillo en 1991 como himno de quienes se saben y mantienen navegando a contracorriente y con la costa, demasiadas veces, a sotavento. ¿Qué mejor forma de trazar una derrota sobre una carta náutica que hacerlo a partir de una estrella fiable cuyo fulgor no ceja ante la adversidad? La luz seguiría marcando la buena dirección con Como antorchas, extraída de Sangre sierra (2016), último disco hasta la fecha de Gabriel Sopeña. Siempre con el horizonte a la vista pero sin olvidar lo que va quedando a popa, sonaron Un corazón como tú, del primer LP publicado con El Frente en 1991 y Resaca, de aquellos primigenios Ferrobós que en 1982 se dieron a conocer ganando el I Concurso de Rock Ciudad de Zaragoza. Gabriel Sopeña se despojó de la guitarra para liberar toda su expresividad gestual en la primera, apoyado en el estribillo por los coros da la banda, y recordó que la segunda fue la canción que lo puso en el mapa como compositor.
De nuevo con la guitarra en ristre y sobre una delicada intro de piano dedicó una bellísima e intensa Qué lejos queda el cielo al inquieto músico oscense Joaquín Pardinilla por su cumpleaños, rematada por un estupendo solo de guitarra de Julio Calvo. El afortunado barco abandonó después el abrigo del puerto para surcar los versos de La noche del becerro punteados por las escobillas de José Luis Seguer. Así nos asomamos al balcón del Tajo desde el barrio de Alfama y Lisboa, una vez más, nos condujo por calles que, como algunos sueños, permanecen inalterables. Este notable cambio de sonido (después de la primera andanada eléctrica) se consolidó con Cantores, que llegó trayéndonos aires de Harry Nilsson y Everybody's talkin' trenzados con el recuerdo de Mauricio Aznar. «A él le hubiera entusiasmado cantarla en un lugar como este», afirmó Gabriel a propósito de Mauricio y el siguiente tema, «uno de los más analizados por los críticos de Madrid». La última canción grabada por Más Birras, Para llegar a ti, derramó su vigorizante savia rockabilly a golpe de contrabajo de Guillermo Mata.
Gabriel Sopeña y Jorge Gascón se quedaron solos en el escenario para, con armónica y guitarra, defender de la forma más pura posible la monumental Acto de fe, que recientemente ha quedado de nuevo registrada en el LP La vida es de los que arriesgan que documenta la necesaria y accidentada gira que Loquillo y Sopeña (una vez más aliados en contra de la corriente) afrontaron durante el pandémico verano de 2020. Sin hacer de menos a lenguas como el euskera y el catalán (que pocos días antes habían reclamado protagonismo al jurar los cargos de Senado y Congreso), Gabriel Sopeña reivindicó la importancia del aragonés que, aunque lengua vencida y derrotada, también lo es literaria. Así, con loable entereza dado que apenas un mes antes había fallecido su propia madre, Gabriel recitó en castellano sobre un sutil acompañamiento de piano los versos del poema Mai (Madre) de Ánchel Conte antes de cantarlo con las emociones a flor de piel en su altoaragonés original. Y es que la poesía nació para ser cantada…
A continuación, para remachar con la lucidez debida la asunción de la propia edad, contó como en alguna ocasión le había «asegurado al Loco (Loquillo) que el tiempo un día nos haría alcanzar a los protagonistas de la siguiente canción». Ambos andaban rozando los cuarenta con la punta de los dedos cuando en 1998 adaptaron Avec élégance de Jacques Brel y entonces aún parecían quedar lejos ciertas estaciones, talantes y ademanes retratados en sus versos. La batería de José Luis Seguer y el teclado de Óscar Carreras se asociaron con contundencia en una enérgica Soltando lastre (iniciada desde el estribillo) que sirvió para encarar la irresistible recta final del concierto. Era momento de recurrir de nuevo y definitivamente al eterno cancionero de Más Birras.
«Si Bob Dylan hubiera nacido en Aragón hubiera elegido otro instrumento, un tambor enorme, de los de Calanda», bromeó Gabriel aludiendo a la pandereta de Mr. Tambourine Man, para presentar la festiva y plagada de referencias dylanitas El hombre del tambor. Después de dejar unos instantes el escenario vacío, Gabriel regresó solo con su guitarra para mostrarnos a Cass (la chica más guapa de la ciudad) tan desnuda y hermosa como cuando se tumbaba bajo el sol de las cinco de la tarde. La banda se unió para introducir una Promesas rotas de aires caribeños iluminada por una guitarra seductoramente santanera. La última escala en tan fructífero crucero de corso la puso la infalible y siempre celebrada Apuesta por el Rock and Roll.
El concierto de Gabriel Sopeña y la celebración de sus cuarenta años de carrera musical servían para clausurar la edición 2023 del ciclo Conciertos del Agua de Ejea de Los Caballeros. La organización busca calidad y eclecticismo en su propuesta anual y sin duda el cierre estuvo a la altura de las expectativas. La noche del 19 de agosto en el Anfiteatro del Agua de Ejea de Los Caballeros fue una de esas ocasiones en que las circunstancias, elementos, palabra, música, artistas, público y (sobre todo) compañía se alían (de forma casi abracadabrante por la perfección de la suma) en un entorno de singular belleza para regalar una experiencia y un recuerdo que solo se pueden calificar de mágicos.
Era tan serena la noche y tan gratas las sensaciones que todavía nos quedamos viendo como el equipo técnico desmantelaba aquel barco que nos había brindado tan feliz travesía. Entraba ya la madrugada y seguíamos allí, hasta que el escenario quedó desposeído.
Quizá es porque fuera de noche y nosotros frágiles, como de barro. O porque simplemente quisimos reconfortarnos un poco más al calor de los últimos rescoldos de la poesía, la música y el amor.
https://anaquelesabarrotados.com/2023/09/04/gabriel-sopena-en-ejea-de-los-caballeros-un-barco-con-fortuna/